El Ramadán representa el periodo en el que, según el Corán, Mahoma recibió los primeros versos del texto que el Islam considera sagrado.

Al caer el sol, la prohibición se rompe y se permite comer, momento en que muchas familias se reúnen alrededor de la mesa y comparten.

La hora del iftar, (la de romper el ayuno), se hace en torno a mesa cubiertas de todo tipo de alimentos que durante el día han sido elaborados minuciosamente por las mujeres del hogar, (ocasionalmente también los hombres, pero no es tan corriente).
Y uno de los platos que nunca falta es la harira. Esta sopa, muy típica del occidente árabe, se consume durante todo el año, pero es especial tomarla en esta época. Se acompaña de ciruelas pasas, dátiles y la chebakia, una especie de pestiños. Se cocina con tomate, cebolla, cilantro, perejil, carne de pollo, garbanzos, lentejas, fideos, huevos, pimienta negra y sal. Y el resultado es una sopa sabrosa y contundente, rica en nutrientes para compensar la falta de los mismos durante el día.

La variedad de la mesa árabe también se ve en los postres y dulces, hechos a base de piñones, almendras, dátiles y miel entre otros ingredientes, y son una delicia al paladar.

Todo un despliegue de sabores que se sientan a la mesa al anochecer para compensar el ayuno durante el día.

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