Si hay algo que llama especialmente la atención de quienes no forman parte de la cultura y la tradición musulmana que rodea al mes de Ramadán, es el ayuno que las personas que lo celebran llevan a cabo durante todo el día, desde la salida del sol, hasta su puesta. El ayuno se rompe solo cuando los imanes, (jefes religiosos), indican que se ha puesto el sol. A partir de ese momento, festejo y regocijo, hasta que el nuevo amanecer inicie otro día de meditación, oración y sacrificio.

El ayuno consiste en abstenerse durante todo el mes de probar nada de comida, bebida, tabaco, ni tener relaciones sexuales desde todas las horas de sol. Al final del día, las familias se reúnen para cenar juntas. Ayunar se entiende por los creyentes en la religión islámica como base de un acto voluntario que invita a la espiritualidad, la introspección y la reflexión. La familia y la solidaridad para con los menos favorecidos acompañan también al espíritu de este mes sagrado en la vida de todo musulmán creyente.

Los países musulmanes celebran el mes de Ramadán como su fiesta más sagrada. El sacrificio tiene una prioridad máxima durante estos días, por ello el ayuno. Pero también la caridad, la fiesta y la familia, tienen un lugar destacado dentro de la celebración del Ramadán.

En Marruecos, en los días del Ramadán, las mujeres ni se maquillan ni se perfuman, y se visten las chilabas tradicionales adquiridas para la ocasión. También se hace jornada intensiva en las administraciones públicas, y se cierran antes, mientras que muchos establecimientos privados cuelgan el cartel de “cerrado” y aprovechan estos días de poca actividad comercial para tomarse unas vacaciones. Cuando los imanes marcan, al atardecer, el fin del ayuno, se inicia el rezo del Corán, y es en este momento es cuando las calles se quedan desiertas y el rumor del rezo inunda todos los rincones.

Desde el atardecer, las ciudades de los países que celebran el mes de Ramadán,recuperan toda la actividad que han perdido durante el día, los comercios de alimentos abren sus tiendas, la gente pasea, visita a sus familiares, va a espectáculos. El regocijo y la celebración lo inundan todo.
El Ramadán no se celebra bajo preceptos idénticos en todos los países, la religión y el rito son los mismos, pero no las costumbres, por ejemplo, si en Marruecos el ayuno se rompe con alimentos suaves como leche, dátiles o harira, en otros países como Senegal se toman alimentos más fuertes para poder reponerse.

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