Con este nombre se conoce, en el sur del Alto Atlas, a un recorrido por una serie de fortalezas, construidas en adobe con torres almenadas y adornos de ladrillo crudo, en ocasiones, son auténticos pueblos fortificados.
Están situadas en un paisaje espectacular en el que el desierto y la montaña se encuentran, conjugando todos los tonos del ocre y el rojo, los ríos crean desfiladeros que se transforman en fértiles valles o en oasis con verdes palmerales.
Si las antiguas Kasbahs seducen con su poder de evocación, el paisaje conmueve por la fuerza de sus contrastes, su luminosidad y el silencio que inunda el alma de paz y sosiego, por lo que esta ruta es una de las más atractivas y solicitadas de Marruecos.
La belleza de la soledad, de la inmensidad, de la aventura….
Así se puede definir este territorio marroquí, donde el hombre aprovechando las cicatrices de un terreno inhóspito ha creado majestuosas fortificaciones de color arena. Pueblos de pastores, de gentes humildes que cultivan su vida al amparo de este valle donde se llega al fin del mundo..

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