Cuando llegas a Marrakech te impacta a la velocidad que va la ciudad, la locura del trafico que funciona con sus propias normas, parece que todo el mundo tiene prisa, el bullicio de la Medina y sus callejuelas, repletas de gente que va y viene, sorteando el paso de las motos, bicicletas y carros.. poco a poco te das cuenta que el tiempo no importa, simplemente disfrutas del día, perdiéndote en los zocos, donde te envuelven los colores de sus puestos y tiendas de rica y variada artesanía, mezcla de infinitos colores, los agradables olores de las especias, hierbas, jabones y perfumes.. puedes hacer una parada en uno de los cafés de las Plaza Jemma el Fna, y disfrutar de los cambios de decorado que te ofrece la plaza conforme van pasando las horas del día.. por la mañana es un mercado, y conforme avanza el día, aparecen los encantadores de serpientes, los grupos bereberes, ambientando con su música y sus danzas, los puestos de fresquitos zumos de naranja, las mujeres que hacen tatuajes de henna, las lamparas de colores que dan un toque especial a la noche en la plaza, y los puestos de comida, con sus deliciosos olores y sabores de una rica gastronomía.. todo con la llamada a la oración de fondo que le aporta más magia todavía.
Cuando decides que termina tu jornada, te retiras a la paz que ofrecen los Riad, con un buen te, pensando donde te perderás mañana..
Todo eso y mucho más, es Marrakech..

Belén Serna.
Tuareg-Travel.